Quiero verte las manos, que no cruces los dedos si prometes algo, mirarte a los ojos y saber que es verdad cuando me estás hablando, que nada invada mi confianza, ni una cruz de hundido, ni una de tocado.
Quiero oír de tus labios las palabras más dulces, las que nunca encuentro, y decirte sin renunciar, que eres tú quien me quiso coronar como la princesa de tu cuento, que hay palabras que duelen sin tú quererlo. Me dices que lo haga y yo te lo recuerdo.
Que no quiero que hables así que le escuece a una parte de mí, que me enamoré de ese caballero que vive dentro de ti y que casi nunca veo.
Quiero estar a tu lado, porque veo lo bueno en ti hasta en lo malo.
Y decirte sin pronunciar que, ante todo, lo que otros siempre te han negado.
Y saber que no me estoy equivocando, aunque a veces seas demasiado humano. .
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